GRADO UNIVERSITARIO: ¿ASIGNATURA PENDIENTE PARA LA SEGURIDAD PRIVADA?

GRADO UNIVERSITARIO: ¿ASIGNATURA PENDIENTE PARA LA SEGURIDAD PRIVADA?
La Declaración de Bolonia ha supuesto la reforma del sistema educativo de las universidades europeas de la que han surgido titulaciones homogéneas y actualizadas en todo el espacio común. En esa transformación de la enseñanza superior también quiere tener cabida la Seguridad Privada a través de la creación de un grado especializado en la materia. En realidad, se trata de una demanda reiterada a lo largo del tiempo, pero que no ha contado con el reconocimiento del Ministerio de Educación, necesario para conseguir dicho objetivo. Los profesionales del sector, no renuncian, no obstante, a ese deseo, y piden la ‘mano’ del Ministerio del Interior para alcanzarlo.
Por Enrique González Herrero
Fotos: Miguel Ángel Benedicto
Como uno de los pilares esenciales para la profesionalización de cualquier actividad, la formación ha sido objeto de constante observación por parte del sector de la Seguridad Privada. En los últimos años, se han producido algunos avances en relación con los planes formativos o las horas exigidas para considerar que un profesional está capacitado para incorporarse a un determinado puesto; sin embargo, la sensación que perdura es que aún existen muchas carencias y, por tanto, muchas necesidades.
La reciente Orden del Ministerio del Interior, de 1 de febrero, sobre personal de Seguridad Privada (Orden INT/318/2011) profundiza en esas cuestiones al delimitar las exigencias formativas previas para el vigilante de Seguridad, el guarda particular de campo y el director de Seguridad. Aún con esto, no termina de materializarse un deseo endémico del sector que va más allá de las disposiciones de esta norma: la creación de un grado universitario que otorgue una titulación oficial reconocida por el Ministerio de Educación para éste último. Algunas universidades españolas han apostado por la formación de este tipo de directivos a través de cursos y másteres oficiales; pero esta oferta, aunque reconocida por el Ministerio del Interior, no tiene el carácter oficial que otorga el de Educación. Ni siquiera las reformas introducidas por el Proceso de Bolonia (con el que se homologa la formación en toda la Unión Europea) han permitido un giro en ese sentido.
Bajo el patrocinio de Grupo Ombuds, la revista Seguritecnia reunió por primera vez a representantes de varias universidades que imparten títulos relacionados con la Seguridad Privada para conocer sus consideraciones sobre este asunto y las posibilidades actuales para conseguir que el director de Seguridad adquiera una formación equiparable a la de sus colegas dentro de una organización. Estuvieron presentes, Francisco de la Poza, director del Curso Superior de Especialista en Dirección y Gestión de la Seguridad de la Universidad Francisco de Vitoria y Grupo Ombuds; Juan Manuel Zarco, director del Curso Superior de Dirección de Seguridad en Empresas de la Universidad de Comillas-ICADE (en colaboración con ASIS-España); Roberto Hermida, colaborador en la gestión del curso de la Universidad de Comillas-ICADE; Ana Isabel García, coordinadora del Curso de Formación Continua en Dirección y Gestión de Seguridad de la Universidad de Salamanca; Miguel Ángel Poveda, director del Instituto Internacional de Estudios en Seguridad (que tiene varios programas formativos de Seguridad en colaboración con la Universidad Camilo José Cela); Francisco J. Vanaclocha, director del Máster en Dirección y Gestión de la Seguridad y del Curso Superior de Director de Seguridad de la Universidad Carlos III de Madrid (en el que colabora esta publicación); Rut Carandell, directora de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); e Ismael Las Hayas Gil, jefe de Formación de Grupo Ombuds. Les acompañaron el presidente de Seguritecnia, Javier Borredá, y Mercedes Oriol, periodista de la editorial Borrmart, que moderó la mesa.
Equiparar la formación

Francisco de la Poza, Universidad Francisco de Vitoria
Uno de los principales motivos por los que los profesionales de este sector demandan desde hace años la posibilidad de que las instituciones educativas creen un grado de Seguridad Privada que esté reconocido por el Ministerio de Educación es la equiparación del nivel directivo del responsable de Seguridad de una empresa con el resto de sus colegas de otras áreas. Hasta el momento, el director de Seguridad “es una figura que, con bachiller superior y un posgrado, adquiere un cargo”, a pesar de que posteriormente tenga que gestionar “gran cantidad de personal y de recursos económicos”, señaló Francisco de la Poza.
Este profesional, que abrió el desayuno de trabajo, indicó que, en la actualidad, “la mayoría” de los directores de Seguridad de las grandes organizaciones proceden de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) y de las Fuerzas Armadas, por lo que existen pocos que se incorporen desde otros ámbitos.
Para De la Poza, la experiencia es un valor que la sociedad tiene en cuenta a la hora de adquirir servicios de Seguridad Privada. Los profesionales procedentes de estamentos policiales traen consigo un bagaje anterior, si bien esto no es óbice para que venga acompañado de una formación de carácter superior. En ese sentido, el invitado consideró que sería necesario aumentar el nivel de capacitación previo del director de Seguridad para que la circunstancia se revierta y haya un mayor acceso desde las bases del sector privado. “Eso no quiere decir que la experiencia que tenga una persona que proviene de una función del Estado no sea válida también”, matizó.
A pesar de esas mejoras que se exigen, De la Poza considera, no obstante, que las universidades han de evaluar si existiría una demanda para ese tipo de formación. “Hay que valorar si los profesionales [que forman parte del sector de la Seguridad Privada] están dispuestos a acceder a un grado de estas características”. Por tanto, esta es “una cuestión que hay que discutir” y dirimir “si es necesario impulsar esta clase de formación o buscar otro tipo”.
Por su parte, Juan Manuel Zarco señaló que hay dos cuestiones que son cruciales para poder avanzar en la formación de los directores de Seguridad. Una de ellas es la falta de concreción por parte de las organizaciones a la hora de delimitar las responsabilidades de esta figura profesional. Al respecto, Zarco apuntó que las empresas tienen “un curso perdido”, porque muchas de ellas no han definido bien el cargo que ha de ostentar ni las funciones que debe desempeñar un director de Seguridad. “¿Para qué vamos a hacer un grado o licenciatura si las compañías están disgregando hoy en día las funciones [propias del director de Seguridad] entre distintos directivos?”, se preguntó. Este profesional puede abarcar “tantas y tantas funciones, que [las compañías] están perdiendo la gran oportunidad de crear una Dirección de Seguridad y convertir a su responsable en un auténtico directivo”.

Juan Manuel Zarco, Universidad de Comillas-ICADE
Para el invitado, la sociedad y sus representantes deben incidir en la sensibilización de las empresas acerca de las muchas competencias de este profesional. “Si seguimos disgregando entre varias personas las funciones que debería llevar a cabo un director de Seguridad en el seno de las empresas estamos actuando en el vacío”, sentenció.
La segunda cuestión que abordó el representante de la Universidad de Comillas-ICADE fue si son suficientes o no los estudios de Seguridad que existen actualmente. Sobre ello, manifestó que “faltan elementos” (algo que considera desde que participó en el curso 86/87 de la Universidad de Comillas, el más antiguo dentro del marco formativo de Seguridad en España, según recordó). “Siempre he pensado que era necesario acudir a una diplomatura universitaria, como mínimo, para completar de verdad con formación las muchas competencias que puede llegar a tener un director de Seguridad en una empresa”, explicó Zarco. Por ello, aseguró, ha tratado de impulsar y apoyar las iniciativas presentadas en esa dirección ante el Ministerio de Educación, aunque el esfuerzo “ha sido en vano”.
La moderadora del debate abrió un paréntesis para preguntar por qué esas tentativas no han fructificado. A esta pregunta, el director del Curso Superior de Dirección de Seguridad en Empresas de la Universidad de Comillas-ICADE contestó: “quizás porque no hemos conseguido encontrar al interlocutor ideal y porque las asociaciones de directores de Seguridad tal vez no han puesto el foco de una manera intensa en ese objetivo. Nos ha faltado a quienes hemos formado parte de estas organizaciones buscar el interlocutor ideal e insistir mucho más”. Este profesional aludió, no obstante, a la falta de tiempo de quienes están al frente de las agrupaciones empresariales para justificar el segundo motivo de los expuestos.
Retomando su discurso, Zarco ahondó en el papel que tiene la Administración en el desarrollo de esta formación tan especializada. Al respecto, reconoció que “si el personal de seguridad tiene que agradecer a alguien el esfuerzo que se ha hecho en cuanto a requerimientos y desarrollo de la formación es al Ministerio del Interior”, ya que la normativa que les afecta ha recogido desde sus comienzos unos mínimos de duración de los cursos. “Si no hubiera sido por eso, a estas alturas la iniciativa privada no hubiera tenido la oportunidad de desarrollar planes de formación para el personal de Seguridad”, consideró. Prueba de ello es el aumento de 114 a 400 las horas de formación requeridas para los directores de Seguridad.

Roberto Hermida, Universidad de Comillas-ICADE
Roberto Hermida se retrotrajo al año 1989, cuando realizó el curso de Dirección de Seguridad de la institución con la que colabora. Contó que por entonces existía el debate acerca de las perspectivas laborales que ofrecía la especialidad en Seguridad Privada en comparación con otras. “¿Qué era el Marketing en aquellos años? ¿Qué eran Recursos Humanos frente a Personal? ¿Qué era Medio Ambiente? ¿Qué era Seguridad de la Información? Las universidades apenas ofrecían unos meros cursos de especialización”, recordó. Más de dos décadas después, “la sociedad no entendería que no hubiera una carrera de Marketing, no entendería que no hubiera una formación reglada en Seguridad de la Información o que un directivo de Recursos Humanos no tuviera una sólida y reconocida formación en su especialidad”, apostilló.
Si ha ocurrido esto, “¿por qué no sucedió lo mismo en Seguridad Privada?”. Para Hermida, la respuesta a su pregunta retórica reside en dos problemas: “uno exógeno y otro endógeno”. “El exógeno es la sociedad, que no ha tenido, ni tiene oportunidades de capacitación en nuestro sistema de educación básica, secundaria y superior en España para entender el modelo y ámbitos de actuación de la Seguridad Pública y Privada en su conjunto”, apuntó.
Al respecto, puso como ejemplo una reunión de directivos de una compañía: “Cuando nos sentamos en una mesa de Dirección a discutir sobre algún aspecto específico la de Seguridad en esa empresa, es habitual que estemos rodeados de profesionales con grados académicos en otras disciplinas y dotes de liderazgo y gestión de equipos; sin embargo, cuando hablamos de Seguridad, todos y cada uno de ellos opinan sobre el asunto”. Algo que no le sucedería, añadió, al director de Finanzas, por ejemplo, cuando estuviese disertando sobre algo relativo a su campo competencial. En definitiva –insistió–, al director de Seguridad, por lo citado anteriormente, en muchos casos, no se le ve “como un experto que aporta conocimientos y experiencia” y ello es debido a que en nuestro sistema educativo nacional no existe un cuerpo de doctrina y titulaciones regladas que pongan en valor la capacitación de dichos profesionales de Seguridad.
Por estos motivos, Hermida considera necesario que la sociedad conozca el marco referencial y el ámbito de actuación de la Seguridad Privada. A su entender, la población comprende que dentro de las FCSE, compuestas en total por 253.457 agentes –según los datos aportados por el propio invitado–, haya unos mandos superiores e intermedios y que haya una carrera profesional. Sin embargo, esto no sucede en el caso de la Seguridad Privada, a pesar de que en esta actividad trabajan –a sabiendas de no ser exhaustivos– más de 280.000 personas, “30.000 más que en la Seguridad Pública”, enfatizó Hermida.

Estos argumentos condujeron al representante del Curso Superior de Dirección de Seguridad en Empresas de la Universidad de Comillas-ICADE al segundo de los problemas por los que la formación en Seguridad Privada no ha alcanzado un grado superior: el endógeno. Según este invitado, los profesionales responsables de la Dirección de Seguridad tenían históricamente una preparación previa a través de las FCSE o las Fuerzas Armadas, que complementaban posteriormente con conocimientos en el plano de la Seguridad Privada. Ante este factor endógeno de falta de una carrera profesional en Seguridad Privada, el Ministerio del Interior trabajó en una mayor profesionalización; sin embargo, “no se ha sabido buscar la transversalidad”, opinó Hermida. “Se ha ido –únicamente– de la mano del Ministerio del Interior y, por tanto, no hemos podido acceder a unos estudios reglados en el ámbito nacional, homologados por el Ministerio de Educación y Ciencia; cosa que sí ha ocurrido con otras recientes especialidades, tales como Recursos Humanos, Riesgos Laborales, Marketing, etcétera”, criticó.

Varias opciones

Miguel Ángel Poveda, Instituto Internacional de Estudios en Seguridad
La Universidad de Salamanca, a la que pertenece Ana Isabel García, imparte desde hace años un Diploma en Criminología, que está equiparado por el Ministerio de Educación, a través de una Orden, con el título de diplomado universitario. De entre esta especialidad y otras relacionadas con la Seguridad, como la de Detective Privado o Director de Seguridad, el grueso del alumnado de este centro universitario se enmarca en ese diploma. El motivo es, según García, que muchos de los candidatos “no buscan exactamente Criminología, sino unos estudios de Seguridad reconocidos por el Ministerio Educación”. Muchos de los alumnos adscritos a este título propio realizan posteriormente el diploma de Detective Privado o el de Dirección de Seguridad, continuó.
La creación de un grado en Seguridad es un paso que las universidades “estarían encantadas” de dar, desde la perspectiva de esta docente. Sin embargo, hay obstáculos que pasan por la falta de reconocimiento de los planes formativos de Seguridad también en otros países. “La adaptación a Bolonia exige una armonización de los estudios a nivel europeo, y si la Seguridad en España no ha adquirido relevancia dentro de las aulas universitarias, menos lo ha hecho en el exterior”, lamentó en este sentido.
Otra dificultad la plantea la escasez de formación entre las categorías laborales más bajas dentro de este sector. Esto podría suponer “una limitación importante” para profesionales como los vigilantes de Seguridad, entre los que no hay profusión de estudios que permitan el acceso a la Universidad, sostuvo García.

Ana Isabel García, Universidad de Salamanca
Como conclusión, señaló que “quizás no se está presionando lo suficiente al Ministerio del Interior y al de Educación para que haya un reconocimiento [de los estudios superiores en Seguridad] y a lo mejor es un problema endógeno de las personas que ocupan determinados puestos”.
La Universidad Camilo José Cela, intentó hace tiempo crear un título de Seguridad Pública y Seguridad Privada, “pero se encontró con el problema de la Administración”, según Miguel Ángel Poveda. La institución ha optado por otras iniciativas, como el Máster en Dirección Internacional de Seguridad, en colaboración con la Unión Europea (que tiene 1.200 horas de duración, como titulación propia), o el de Protección Civil y Seguridad, cuyo alumnado está compuesto por profesionales en activo que desean una titulación oficial.
A pesar de que esta institución educativa no descarta volver a insistir en la creación de un grado de Seguridad, hay algunas incógnitas de peso, como la aceptación de este tipo de formación entre el alumnado potencial que no forma parte ya del elenco profesional del sector. “Pensamos que no [tiene dicha aceptación], que esta titulación tiene que ser para un perfil concreto, de alguien que entiende muy bien el concepto de la Seguridad”, manifestó el director del Instituto Internacional de Estudios de Seguridad. Por ello, en la Universidad Camilo José Cela se está apostando actualmente por el postgrado.

Francisco J. Vanaclocha, Universidad Carlos III de Madrid
El siguiente en intervenir en el foro fue Francisco J. Vanaclocha para quien, a pesar de “la potencia del sector de la Seguridad Privada”, existen “muchas dudas” que necesitan resolverse para definir el papel de las instituciones formativas en la preparación de los componentes de este sector. La pregunta fundamental es: “¿Son prescindibles las universidades en la formación de los profesionales de la Seguridad?”. En caso de que la respuesta sea afirmativa, “que se prescinda de ellas”, dijo; pero si son necesarias, hará falta “racionalizar, innovar y diseñar una formación coherente desde el punto de vista de las necesidades del mercado”.
A la hora de enfocar la formación, este profesor establece dos planteamientos, que pasan por “potenciar los contenidos, las perspectivas, los enfoques de Seguridad de forma transversal” y por resolver el “déficit de concienciación de los distintos ángulos de la Seguridad”, que motiva la idea de que la Universidad “da la espalda” a las necesidades del sector.
Vanaclocha afirmó que su perspectiva sobre el planteamiento de la formación es “contemplar la dualidad” de los mercados de la Seguridad desde la “vertiente tópica Seguridad Pública y Seguridad Privada”. Aún así, apostó por observar las necesidades de la Seguridad Pública, ya que “mucho de lo que llamamos tópicamente Seguridad Privada no deja de ser Seguridad Pública, gestionada por actores privados”.
Ya hay un grado
El encuentro dio un giro cuando la directora de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), Rut Carandell, explicó al resto de invitados que hace dos años se incorporó a la oferta formativa de la institución catalana el Grado en Prevención y Seguridad Integral, lo que “demuestra que es posible que estas enseñanzas tengan rango universitario”.
Según desgranó la invitada, este grado de la UAB, que está adaptado a los planes de Bolonia, tiene una duración de cuatro años y permite alcanzar cuatro especialidades distintas en forma de menciones: Gestión de Riesgos a la Comunidad, Seguridad Laboral, Dirección de Seguridad Privada e Investigación Privada y Coordinación de Seguridad Pública. A su vez, el plan de estudios está sustentado en cuatro ejes: Calidad, Seguridad Integral, Responsabilidad Social Corporativa y Medio Ambiente.
“Lo que hicimos fue consultar a nuestros antiguos alumnos de otros cursos especializados en la materia –muchos de ellos directivos de organizaciones– y pensar con ellos qué era lo que faltaba en los estudios que habían tenido, en qué había que profundizar”, explicó Carandell. De esta manera, el grado en Seguridad es hoy una realidad en esa universidad.
Con este título se despejó también otra de las dudas suscitadas durante las anteriores intervenciones: la procedencia del alumnado. Según Carandell, a este título acceden graduados en Bachillerato o Formación Profesional, estudiantes de ciclos intermedios y personas mayores de 40 años, que entran a través de una acreditación de experiencia laboral, además de policías locales y directivos de Seguridad Privada.
Francisco de la Poza preguntó entonces si el Ministerio del Interior había planteado algún impedimento ante el programa formativo de la UAB. En respuesta, Carandell aseguró que este Ministerio, que se encarga del reconocimiento de los carnets profesionales, simplemente recomendó diferenciar las asignaturas y hacer especialidades distintas según el tipo de figura profesional.
En el mismo sentido, Ana Isabel García recordó que la recientemente publicada Orden Ministerial sobre personal de Seguridad Privada, establece esto en su artículo sexto, que dice: “En el supuesto de que el curso de Dirección de Seguridad forme parte de un programa de estudios de superior nivel académico, su contenido didáctico y horas lectivas deberán estar claramente diferenciados de éste y expedirse, en todo caso, un título específico con el nombre del curso reconocido en la autorización prevista en este artículo”. Algo que ahora se regula y que antes “era una laguna”.
En relación con dicha Orden Ministerial, Zarco apuntó que “la Orden sobre Personal de Seguridad Privada aporta rango legal a esas 400 horas e incluso enmarca un amplio contenido doctrinal de las mismas, con una rica variedad de materias. Pero esta estructura formativa debe ser, de una vez por todas, el prólogo de unos estudios universitarios como lo tienen otras actividades profesionales no muy alejadas de esta profesión”.

Rut Carandell, Universidad Autónoma de Barcelona
Antes de entrar en un debate a fondo, Ismael Las Hayas Gil, jefe de Formación de Grupo Ombuds, opinó que la infravaloración del director de Seguridad en relación con el resto de directivos es debido a “esa falta de una formación universitaria reconocida como tal”. “Qué menos que una carrera adaptada a la formación que uno tiene para poder dirigirse ‘de tú a tú’ con otros directivos”, expresó al respecto.
El hecho de que la Universidad de Salamanca tenga 1.700 alumnos, así como la demanda que reciben el resto de instituciones, “denota que hay una necesidad y una vía importante de dar formación a la gente”, comentó. Según Las Hayas, es además una cuestión de mejora para aquellos profesionales que entraron en el sector con una formación de nivel medio y que, con el paso del tiempo, desean aumentar su capacitación.
Ir de la mano

Ismael Las Hayas Gil, Grupo Ombuds
Mercedes Oriol planteó si, dada la madurez del sector, ahora es un buen momento para ‘acercarse’ al Ministerio de Educación para solicitar el reconocimiento oficial de un grado en Seguridad, teniendo en cuenta que este foro es un buen ejemplo de que el diálogo y la puesta en común de ideas entre todas las universidades que ofrecen estudios relacionados con la Seguridad es posible.
Roberto Hermida manifestó que en esta cuestión habría que buscar una “convergencia” de los títulos que existen actualmente, ya que no hay uniformidad, sino que cada universidad plantea unos estudios de Seguridad distintos. “Hay una eclosión tal de distintas titulaciones que podría llegar a confundir al mercado, y por ende difuminar los objetivos a conseguir”; por tanto, “esta podría ser una buena ocasión para la mediación del Ministerio de Educación y Ciencia y poner un poco de orden y concierto en estos primeros estadios. Luego será tarde”, expresó.
Para José Manuel Zarco, la unión para interactuar con la Administración y conseguir la creación de un título universitario ha de producirse a través de las asociaciones de directivos. Éstas “deberían fijarse como un objetivo irrenunciable el estudio y la definición, conjuntamente con los responsables de la formación universitaria en materia de Seguridad, de los contenidos doctrinales y el marco temporal de los estudios que está demandando el Grado Superior de las Ciencias de la Seguridad Privada (por aportar un nombre significativo), para elevar una propuesta firme que invite al Ministerio de Educación a formalizar estos estudios, y para cuyo objetivo sería de gran ayuda la colaboración del Ministerio del Interior”.
Francisco de la Poza insistió, no obstante, en que una de las cuestiones cruciales es conocer si un grado superior en Seguridad tendría demanda. Por su parte, se mostró optimista después de escuchar los resultados de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Ya hay un grado, y los demás podemos ir por ese camino”, señaló.
Sobre la demanda potencial, Hermida piensa que la habrá “en cuanto haya un nicho de mercado de jóvenes que quieran iniciar sus estudios y carrera en Seguridad Privada y otro nicho de mercado interno de los profesionales en ejercicio”. Eso sí, se hace preciso considerar que, actualmente, el perfil del alumnado es el de una persona con ocupaciones laborales que le impiden realizar cursos presenciales con horarios prolongados. “Si a una persona que está ahora en puestos de responsabilidad en Seguridad se le da la oportunidad, de una forma llevadera, de conseguir esa ansiada titulación reglada, el futuro está asegurado, porque cuando ese profesional requiera de colaboradores tendrá claro el perfil que desea, que será el de una persona que tenga como mínimo su preparación”, afirmó.
Perfil del director de Seguridad

Además de los conocimientos en su especialidad, el director de Seguridad ha de tener unas capacidades y habilidades que lo diferencien. En ese sentido, Mercedes Oriol preguntó a los asistentes cuál es el perfil que debe tener un “directivo” de Seguridad, diferenciando entre esta figura y la habilitación de “director” de Seguridad que otorga el Ministerio del Interior.
Para Francisco J. Vanaclocha, “sería importante que tuvieran conocimientos jurídicos, científico-sociales, económico-financieros, de gestión directiva aplicada a los mercados de Seguridad y también conocimientos tecnológicos”. En definitiva, “habría que combinar un conocimiento suficiente en materias de muy diverso tipo”, aunque hay que ser conscientes de que ello podría derivar en “una batalla entre los diferentes departamentos [de una universidad] en la que se corre el riesgo de que lo menos importante fuera la formación”.
Asimismo, para este profesor, a pesar de que los cuatro años de un grado pueden parecer mucho tiempo, serían pocos si se pretende abarcar demasiado. “Se trata de no agotar en un grado la cantidad de contenidos posibles, pero eso entra dentro de la capacidad del mercado universitario actual”. La idea expuesta por Vanaclocha se traduce en que cada universidad ofrezca al mercado diferentes opciones, “unas más centradas en el aspecto jurídico, otras en el científico-social, otras en el tecnológico…”, para que después el alumno escoja entre todas ellas”.
Roberto Hermida se mostró de acuerdo con este planteamiento, pero apuntó la necesidad de “ser conscientes y consecuentes” con el nicho de mercado y el tipo de empresas. Según los datos que maneja este profesional (procedentes del INE), en España hay 5.078 empresas medianas, 20.843 pymes y 3.265.342 microempresas. Sólo el 0,15 por ciento de las compañías son macroempresas. “Por tanto, tendremos que ser muy cuidadosos con la capacitación que vamos a dar a esos profesionales, quienes, en la mayoría de los casos, tendrán que asumir responsabilidades multidisciplinares.
Al margen de los conocimientos adquiridos, el director de Seguridad ha de reunir otras cualidades. La UAB ha dibujado un perfil de ingreso a su grado de Seguridad. Rut Carandell explicó que “tienen que ser personas con capacidad de análisis, para tomar decisiones en situaciones de control y de organización, planificación y dinamización de equipos humanos”.
A esto se sumó Ismael Las Hayas, para quien el directivo, además de la formación en aspectos técnicos, “tiene que tener una serie de habilidades para interactuar con el resto de la Directiva”. Una de ellas es la comunicación, ya que estos profesionales han de saber transmitir al resto de los componentes de la Directiva de una organización las necesidades en relación con la Seguridad.
El jefe de Formación de Grupo Ombuds se refirió a la obligación de que el responsable de Seguridad de una empresa adquiera “conocimientos o destrezas”, que son comunes con los directivos de otras áreas.
Otro aspecto que hasta el momento no se había contemplado acerca del perfil del director de Seguridad fue el que apuntó Francisco de la Poza: “el director de seguridad también tiene que ser vendedor”. Sus funciones dentro de una empresa se lo exigirán, sobre todo a la hora de presentar propuestas a la alta Dirección de una empresa. “Es lo que luego pide el mercado, que presentes una cosa buena, de calidad… pero que sea rentable”, argumentó.
Al tratarse de Seguridad Privada, los proyectos no solo han de ofrecer garantías de protección, sino también una rentabilidad. “A la Seguridad Pública se le pide eficacia, pero a la Privada se le pide eficiencia”, expresó el invitado. Desde su punto de vista, a la hora de presentar una propuesta hay que hacerlo otorgándole una perspectiva de inversión, no de coste. Por ello, es importante que el futuro director de Seguridad “interiorice” este enfoque, al margen de los conocimientos técnicos.

¿Versatilidad o especialización?

Javier Borredá, Seguritecnia
Antes de finalizar el coloquio, Francisco J. Vanaclocha planteó que habría que definir si los planes formativos de un grado han de abarcar absolutamente todas las especialidades con las que puede estar relacionado el director de Seguridad o crear especialidades.
Al respecto, Francisco De la Poza apuntó que la demanda social se dirige más a “lo que es la Seguridad en sí”. Aunque “eso no quiere decir que no se recurra a otro tipo de profesionales”, este responsable de Grupo Ombuds opina que un grado en otras especialidades como Criminología o Detective Privado no tendrían tanta salida.
Roberto Hermida, por su parte, advirtió: “lo que hay que analizar es cuál es el objeto que tiene la formación reglada en Seguridad Privada. Por ejemplo, creo que el objetivo profesional y el contenido curricular en la formación de un criminólogo tiene escaso entronque con las disciplinas y actividades a desarrollar por un directivo de Seguridad Privada”.
Para Vanaclocha, dado que está probado que ya se puede hacer un grado, y el de la UAB es un ejemplo, “todas las universidades, en la medida en que vean una ventana de oportunidad y una posibilidad de adquirir prestigio, se posicionarán y harán sus ofertas. Unas optarán por el diseño de un grado específico y otras desde el posgrado”. Pero, en definitiva, “la Universidad ya está abierta a grados específicos de Seguridad”, como el de la Universidad Autónoma de Barcelona o el nuevo Grado en Ingeniería de la Seguridad diseñado para la Guardia Civil, que se impartirá adscrito a la Universidad Carlos III.
Javier Borredá finalizó el foro exhortando a los presentes a unir esfuerzos en pro del avance de la formación en Seguridad. “Si de lo que se trata es de que se reconozca un grado, hay que tener en cuenta que la unión hace la fuerza”, por lo que la suma de voces es la senda para conseguir dicho objetivo.


© 2005 Editorial Borrmart – C./ Don Ramón de la Cruz,

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